
Terminaba la navidad, debíamos regresar a Madrid, pronto empezaba de nuevo el colegio, fueron unos días inolvidables, cena familiar, misa del gallo, atracciones de feria, que bien lo pasábamos rodeados de los seres queridos y como niños…ilusionados por las fiestas y tantos regalos, tantos besos de familia, uff que altos están…uyyy que guapos…uyyy como van cambiando…..
Ese año se añadía una alegría más, mis abuela venía con nosotros en el coche, debían operarla de unas varices en una pierna y se lo iban a realizar en Madrid, que contentos, estaríamos unos meses con ellos, con lo que a mi me gustaba estar con ella…..mi abuelo se desplazaría unos días más tarde, ya se sabe…..la pensión….antes quería cobrarla y pagar sus cosas pendientes.
A las 4 de la madrugada nos despertaron, mi padre quería salir a las 4:30 para llegar a nuestra casa pronto, y dicho y hecho, salimos a la hora prevista, por aquel entonces teníamos un SEAT 1400 de color marrón, mis hermanos y mi madre nos sentamos en la parte trasera y mi abuela y mi padre como es lógico en la delantera.
El viaje transcurría bien, nosotros dormidos y ellos charlando, cuando a 40 kilómetros de Albacete, mi padre nos despertó diciendo, mirar mirar niños está nevando, que copos más gordos, nosotros alucinábamos, anda papá que bonito ,como nieva, para, para y jugamos haciendo bolas de nieve, claro está mi padre nos dijo que no, que desilusión….
A pocos kilómetros, mi padre empezó a comentar, que le parecía raro, la calefacción había dejado de funcionar, luego fueron los limpiaparabrisas y más tarde el motor.
Estábamos asustados, que pasaba?

Salió del coche y levantó el capó a ver si sabía lo que ocurría, al cabo de un rato entró helado de frío, seguía nevando y empezó a preocuparse, nosotros mientras inmersos en como nevaba, nunca habíamos visto tanta nieve junta, el campo estaba totalmente blanco, la carretera lo mismo, entonces mi padre comentó que a ver si pasaba algún coche y avisaban en el pueblo más cercano para que viniera una grúa, los minutos pasaban, nos pusimos los abrigos, el frío era horrible ya dentro del coche, mi abuela le dijo que ella se quedaba con él, que no se movía y mi madre…..no le hacía mucha gracia pero nosotros nos estábamos muriendo de frío, cuando mi padre le propuso que si tenían sitio en el vehiculo que pararan les propondría que nos llevaran al pueblo y esperáramos allí su llegada.
Pasado bastante tiempo, ya empezaba a amanecer, tuvimos suerte, un camión pasó, apenas se podía circular por la nieve caída y mi padre les hizo el alto.
Claro está, pararon, comentaron lo ocurrido y se ofrecieron a acercarnos al pueblo más próximo que estaba a 15 kilómetros, entre llantos por no querernos montar en ese enorme camión y besos nos subimos a la cabina.
Mi madre se sentó en medio de los dos camioneros y nosotros detrás donde había un colchón que supuestamente era la cama para descansar….allí estábamos genial, mirábamos, nos movíamos, preguntábamos por todo lo que había allí detrás y los camioneros se reían. No avanzábamos nada, no se podía circular, ellos intentaban ponerse en contacto con la policía, para informarse de cómo estaba todo y avisar de lo ocurrido, ya que mi padre y mi abuela seguían allí.
Teníamos hambre y como niños se lo dijimos a mi madre, entonces ellos sin dudar ni un momento nos ofrecieron lo poco que llevaban en una mochila, que era Naranjas, galletas, unos bocadillos de jamón, 2 botellitas de agua y chocolate, no se me olvidará jamás y eso que han pasado muchos años ya. Nos comimos su almuerzo, que personas más agradables eran, por fin pudieron ponerse en contacto con el coche de policía y les informaron de cómo estaba la situación, ellos les decían que no podían avanzar y que estábamos más o menos a unos 5 kilómetros de POZOCAÑADA, entonces la policía dijo que irían a por nosotros, ya que siendo tres niños de edades entre 8 a 6 no podíamos estar así.
Para nosotros era una experiencia única, jugábamos, preguntábamos por todo lo que había colgado y cuando vimos las luces del coche, uyyyyy que ilusión.
Nos fueron sacando uno a uno en brazos, en serio amigos la nieve les cubría un montón al lado de la calzada, mi madre tenía un semblante muy serio, estaba tan preocupada…. Los agentes le dijeron que no se preocupara que enseguida otra patrulla iría a recogerlos también, mientras…..nos trasladaron al pueblo, nos dejaron en un restaurante/pensión muy grande que había en el centro del pueblo y dijeron a mi madre que iban a buscar a mi padre y a mi abuela y que de vez en cuando pasaría una patrulla al restaurante para interesarse como estábamos.
Mientras…… mi padre y mi abuela no resistiendo el frío que empezaban a notar, se atrevieron a andar a campo descubierto ya que a lo lejos habían divisado una casa de campo,la nieve les cubría casi por la cintura, mi padre tiraba de mi abuela, fueron minutos muy largos y dolorosos por el frío que estaban pasando, aún cuando lo recordamos me comenta que no sabe como hizo esa brutalidad, podían haber muerto congelados, el trayecto hacía la casa fue más largo de lo que esperaban, pero con esfuerzo y valor por parte de los dos, llegaron, llamaron a la puerta y abrió un adorable anciano y al verlos les ofreció que entraran, ellos así lo hicieron y fueron a refugiarse corriendo a la gran chimenea que había en el centro de la estancia donde les habían invitado a entrar, el anciano les dijo que no se acercaran que estuvieran un rato retirados, no era bueno con la congelación que llevaban acercarse al fuego, mientras se pusieron en contacto con la policía, les explicaron lo ocurrido, a lo cual ellos dijeron que sabían de lo ocurrido que irían a buscarlos para acercarles al pueblo.Este buen hombre, les dió un buen tazón de caldo y algo más de comer, mi padre y mi abuela tenían las manos....que no podían ni moverlas para sujetar el caldo.
Mi madre y nosotros seguíamos esperando en el restaurante, ella preocupada sentada en una mesa, nosotros jugando alrededor de ella, cuando de repente se puso de pie, miramos hacía la puerta y allí entre lágrimas, abrazos nos encontramos de nuevo los 6.
Estuvimos durmiendo esa noche en POZOCAÑADA y a la mañana siguiente nos fuimos en tren hacía Madrid, una semana más tarde mi padre se desplazó a recoger el coche ya arreglado.
Todos los años, hasta que mis padres fijaron su residencia en Murcia, cada vez que pasabamos por POZOCAÑADA, paramos en casa de ese buen hombre y junto con su familia tomabamos una buena taza de chocolate y recodarbamos el fatidico viaje. YA ha fallecido hace años, era un hombre mayor.
Un saludito.
LEZ